La rosácea es una patología inflamatoria crónica que afecta aproximadamente al 10% de la población, con mayor predominio en mujeres e individuos de piel clara. La causa de la rosácea no está claramente definida. Podrían estar implicadas anomalías pilosebáceas, alteraciones vasculares y factores predisponentes y desencadenantes, como el estrés, cambios de temperatura, factores alimentarios y cosméticos, entre otros. Aparece principalmente entre los 20 y 50 años. La Dra. Carla Hübner, dermatóloga de nuestra clínica, nos brinda mayor detalle respecto a esta afección cutánea.

¿Por qué el verano incrementa los brotes de rosácea?

Factores como el calor y la exposición solar prolongada causan vasodilatación, lo que empeora el enrojecimiento facial. Además, los cambios en la dieta (aumento de alimentos con especias o alcohol), cambios en el estilo de vida (horarios irregulares, mayor actividad al aire libre) y baños en el mar o piscina, que pueden ser irritantes, agravan la piel.

¿Qué podemos hacer para prevenir reactivaciones?

• Mantén la rutina indicada por tu dermatólogo.
• Evita la exposición solar directa, usando un bloqueador adecuado.
• Cuida tu alimentación.
• Realiza actividades físicas en horarios apropiados.

Según los síntomas, la rosácea se clasifica en cuatro tipos:

• Rosácea eritemato-telangiectásica: Predomina el enrojecimiento cutáneo, telangiectasias y flushing.
• Rosácea pápulo-pustulosa: Presenta lesiones con mayor inflamación. Es más común en mujeres de mediana edad.
• Rosácea fimatosa: Se caracteriza por cambios fimatosos, que consisten en engrosamiento de la piel, dándole un aspecto nodular e irregular. Se debe a una hiperplasia de las glándulas sebáceas asociada a fibrosis. La presentación más frecuente ocurre en la nariz.
• Rosácea ocular: Manifiesta molestias oculares como eritema, hipersensibilidad, sensación de cuerpo extraño y blefaritis (inflamación del párpado que afecta la producción de pestañas o lágrimas).

Nuestra especialista recomienda:

• Acude siempre a tu dermatólogo para diseñar un tratamiento de ataque y mantenimiento adecuado, según tu caso y tipo de piel. Además, es fundamental cuidar el estilo de vida y evitar los factores desencadenantes como la exposición al sol, el calor extremo, alimentos picantes, café, té negro, gaseosas oscuras, bebidas calientes, el alcohol y el estrés.

En verano:

• Protege la piel con una hidratación y alimentación adecuada.
• Evita la exposición solar en horas cercanas al mediodía, cuando los índices de radiación son mayores.

Recuerda:

Si presentas alguno de los síntomas indicados, acude a un dermatólogo para identificar el nivel de la afección y poder recibir un tratamiento adecuado.

Dra. Carla Hübner
Dermatóloga de la Clínica Ricardo Palma