El ictus isquémico es una emergencia médica causada por la obstrucción de una arteria cerebral, lo que impide la llegada de oxígeno y nutrientes al cerebro, provocando daño irreversible. El tratamiento inmediato es clave para reducir la discapacidad. Se emplea el medicamento Alteplase, que disuelve el coágulo, o un procedimiento endovascular para extraerlo directamente.

Ante un ictus isquémico, el tratamiento temprano es esencial para reducir la discapacidad. El objetivo del tratamiento es disolver o remover el coágulo o la obstrucción mediante un medicamento llamado Alteplase, que se administra por vía intravenosa para disolver el coágulo y permitir que la sangre vuelva a circular. También se puede administrar un tratamiento endovascular, en el que, a través de un cateterismo cerebral, se extrae el coágulo de forma directa.

Secuelas del Ictus

Los efectos varían, pero pueden incluir:

• Debilidad o parálisis en un lado del cuerpo.
• Fatiga.
• Espasticidad: Cuando intentas mover una extremidad, los músculos se contraen (se acortan o flexionan). Si no se recibe tratamiento, el músculo puede atrofiarse y causar una contractura, que suele ser dolorosa.
• Disartria: Afecta el control de los músculos de la cara, la lengua y la boca, lo que dificulta la articulación de las palabras.
• Afasia: Trastorno del lenguaje que puede manifestarse de diferentes maneras:
  • Afasia de expresión. Dificultad para expresarse. Puedes saber lo que quieres decir, pero te cuesta encontrar las palabras adecuadas o pronunciarlas correctamente. También podrías usar palabras equivocadas u omitir palabras sin darte cuenta.
  • Afasia de comprensión. Dificultad para entender las palabras que dicen otras personas.
  • Afasia global. Incapacidad tanto para comprender como para expresarse.
• Cambios cognitivos: Los problemas de memoria varían en cada paciente. Pueden incluir dificultad para recordar información a corto plazo, problemas para retener datos nuevos o confusión en situaciones recientes.
• Depresión, ansiedad o inestabilidad afectiva.
• Convulsiones.

Rehabilitación

Dos tercios de los sobrevivientes requieren rehabilitación para recuperar funciones y mejorar su independencia. La terapia ayuda a reaprender habilidades perdidas y prevenir complicaciones como infecciones, coágulos o úlceras por inmovilidad.

El elemento más importante de cualquier programa de neurorehabilitación es la práctica repetitiva, bien dirigida y enfocada. Se ha demostrado que la rehabilitación permite que las funciones antes ubicadas en el área dañada se trasladen a otras regiones del cerebro, y la práctica constante favorece este proceso de reorganización de los circuitos cerebrales, conocido como neuroplasticidad.

Prevención de un nuevo infarto cerebral

Cada paciente tiene factores de riesgo específicos. Para reducir la posibilidad de otro ictus, es esencial:

• Controlar la presión arterial.
• Tratar la fibrilación auricular, que quintuplica el riesgo de ictus.
• Dejar de fumar.
• Hacer ejercicio regularmente.
• Mantener niveles adecuados de colesterol.
• Manejar la diabetes y enfermedades cardíacas.
• Tomar los medicamentos correctamente, especialmente antiagregantes y anticoagulantes. Si tomas warfarina, evita verduras de hojas verdes como espinaca y acelga.

Signos de alarma de un nuevo Ictus

Actuar rápidamente puede salvar vidas. Busca atención médica inmediata si aparecen estos síntomas:

• Debilidad en cara, brazo o pierna.
• Dificultad para hablar o comprender.
• Pérdida de visión.
• Mareos, inestabilidad o problemas para caminar.

Recuerda:

Si detectas estos signos, anota la hora de inicio de los síntomas y busca ayuda sin demora. Llama al SAMU o a una ambulancia para acudir de inmediato a un centro especializado, como la Unidad de ictus de la Clínica Ricardo Palma.