“En Perú, anualmente se registran alrededor de 1800 nuevos casos de cáncer infantil, de los cuales aproximadamente solo 1400 serán diagnosticados debidamente, y de ellos más de la mitad pueden llegar en estadios avanzados”, sostiene la Dra. Esmeralda León, oncóloga pediatra de nuestra clínica, quien nos brinda valiosa información acerca de esta temible enfermedad que, si es detectada a tiempo, se puede curar.
¿Cuáles son los tipos de cáncer infantil más frecuentes?
- La leucemia. La leucemia en niños es un tipo de cáncer que afecta la sangre y la médula ósea. Ocurre cuando las células sanguíneas anormales, llamadas leucocitos o glóbulos blancos, comienzan a crecer y multiplicarse sin control. Existen varios tipos de leucemia, pero la más común en niños es la leucemia linfoblástica aguda (LLA).
- Tumores del sistema nervioso central. Son la segunda causa más frecuente de tumores malignos. El pronóstico depende de varios factores, incluyendo el tipo de tumor, su ubicación y la respuesta al tratamiento. Pese a que se han logrado grandes avances en su diagnóstico y tratamiento, este tipo de cáncer infantil aún representa uno de los grandes retos para los profesionales de la salud.
- El linfoma en niños ocupa el tercer lugar entre los tipos de cáncer infantil y afecta el sistema linfático, que forma parte del sistema inmunológico. Existen dos tipos principales de linfoma: el linfoma de Hodgkin y el linfoma no Hodgkin. Aunque las causas exactas del linfoma en niños no se comprenden completamente, se han identificado algunos factores de riesgo y posibles desencadenantes
¿Ante qué signos y síntomas debemos estar alertas?
- Lo más típico es que el niño tenga fiebre inexplicable por más de 1 semana sin una causa encontrada.
- Moretones en zonas del cuerpo donde el niño no ha tenido una contusión o golpe previo.
- Aparición de bultos en diferentes zonas, que no son dolorosos y generalmente tienen una consistencia dura.
- Aumento del volumen abdominal.
- Vómitos, sobre todo a predominio en las mañanas, acompañados de dolor de cabeza.
- Palidez y sangrado anormal.
- Problemas neurológicos como convulsiones, debilidad muscular, cambios de comportamiento, confusión.
- Dolor en los huesos que interrumpe la actividad del niño.
- Anomalías en uno o ambos ojos. Se presenta como una mancha blanca (leucocoria) o desviación de los ojos (estrabismo).
- Visión borrosa, visión doble o ceguera.
La detección temprana y un tratamiento adecuado son cruciales para mejorar los resultados. Si tienes inquietudes sobre la salud de un niño, es importante consultar a un médico.
Dra. Esmeralda León
Oncóloga pediatra de la Clínica Ricardo Palma