El accidente cerebrovascular (ACV) pediátrico o ictus se produce cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe ya sea por una ruptura del vaso sanguíneo (ACV hemorrágico) o por un coágulo de sangre (ACV isquémico), y puede afectar a niños de cualquier edad. Aunque no son muy frecuentes, es importante aprender sobre los síntomas, factores de riesgo y tratamiento de esta enfermedad. La Dra. Pamela Muñoz, neuróloga pediatra de nuestra clínica, nos da a conocer valiosa información respecto a este tema.
- Según la edad de aparición, el ACV isquémico se clasifica en: Neonatal, cuando se diagnostica entre la semana 20 de gestación y los 28 días de vida. Arterial posnatal, cuando se produce después de los 28 días de vida y el presumiblemente Perinatal, que se detecta en niños mayores de 28 días, usualmente por una asimetría motora y cuando en las pruebas de imagen se observa un infarto antiguo probablemente producido en el periodo pre o perinatal.
- Puede ser provocado por enfermedades cardíacas, infecciones, trastornos de la coagulación, traumatismos, anomalías genéticas, enfermedades metabólicas y anomalías vasculares.
- Sus síntomas varían según la zona del cerebro afectada y la edad del menor. Algunos signos de alerta son: debilidad o parálisis de un lado del cuerpo, dificultad para hablar o entender, pérdida de visión, dolor de cabeza intenso, convulsiones, alteración de la conciencia o del comportamiento, cefalea hiperaguda (el peor dolor de cabeza que haya sentido), mareos e inestabilidad.
- El diagnóstico se basa en los síntomas que presenta el niño, examen neurológico y pruebas de imagen como tomografía computarizada y resonancia magnética.
- El tratamiento depende del tipo y causa del ACV. Puede incluir anticoagulación o antiagregación plaquetaria, estabilización del pequeño en una unidad de monitoreo intensivo para prevenir complicaciones respiratorias y/o cardíacas, mantener una buena hidratación, advertir posibles convulsiones o tratar la inflamación o edema cerebral. En algunos casos, el paciente puede necesitar una cirugía para extraer la hemorragia o reparar los vasos sanguíneos lesionados si se presentan malformaciones vasculares.
- El proceso de recuperación del pequeño es variable: depende de la extensión de la lesión cerebral, edad y posibles complicaciones.
- La rehabilitación es multidisciplinaria: control neurológico, cardiológico, hematológico, orientación psicológica (tanto para el niño como la familia). Además de rehabilitación física, terapias cognitivas, de aprendizaje y memoria para evitar secuelas físicas, emocionales, sociales, entre otras.
- Algunas secuelas son temporales, otras permanentes. Principalmente, afectan las capacidades motoras, lenguaje, aprendizaje, memoria, atención, estado de ánimo y relaciones interpersonales.
- Muchos niños que han tenido un ACV pueden volver a aprender a usar sus brazos, piernas y a hablar con un reentrenamiento cerebral. Este proceso puede ser lento y requiere constancia.
Recuerda:
Si tu niño ha sufrido un ACV, no está solo. Los médicos y terapeutas estarán para ayudarlo, no dudes en realizar todas las preguntas necesarias para despejar tus dudas. Busca grupos de apoyo, si lo consideras necesario.
Dra. Pamela Muñoz
Neuróloga pediatra de la Clínica Ricardo Palma